La filosofía no sirve para nada

Y no lo digo yo.

Yo no lo sé, la verdad. Pero escucho por ahí a gente que habla de lo inútil que resulta, de lo incapaz que se ha mostrado para contestar a una sola pregunta, para resolver un solo problema. Que es una cosa antigua que no sirve para nada, que es una pérdida de tiempo, que sólo es un juego de palabras que no dice nada.

Leo por aquí y por allá. Desde los primeros filósofos griegos hasta hoy. Y es cierto. La filosofía no resuelve problemas, sólo los crea. La filosofía no da certezas, genera dudas; no da sentido a la vida,  nos enfrenta al absurdo; no nos hace más felices, sino que nos instala en el desconcierto; no nos hace más sabios, agranda nuestra ignorancia; no nos conforta, nos desasosiega.

De acuerdo. No sirve para nada. Tan inútil como la belleza.

Entonces, ¿Para qué la filosofía? 

Igual para nada. Pero en estos tiempos en los que tenemos mucha (demasiada?) información triunfa la posverdad. Ahora que tenemos todos los datos al instante parece que falta discurso. Tenemos todas las ideologías, pero se echa de menos a las ideas.

Igual no está de más sentir el absurdo, el desasosiego, el desconcierto; igual no está de más enfrentarse al abismo, a la ignorancia, a la duda.